La hiputeca del banco
Esta historia la escribí hace meses en cierto foro de cuyo nombre no quiero acordarme, y como hoy estoy vago he pensado que mejor copypastearla tal cual antes de que desaparezca dicho foro y de paso me libro de escribir hoy. ¡Yijaaaaa!
Érase una vez que se era un trío (TRES!!!) de purulentos soplapollas que se dedicaban a vaguear por las tardes; uno hacía el paripé con unos cursillos de secretariado, que obviamente no le sirvieron de nada en la vida; otro imbécil era un calvo cuya misión en la vida consistía en pillar las borracheras más bestias y estúpidas que imaginarse pueda y el tercero, que es el que esto suscribe, hacía pirola en el COU nocturno.
Pues bien, una de esas tardes, a eso de las 17:34, este terceto de mamelucos estaba sentado en un banco cualquiera (de madera con respaldo), en un parque cualquiera (de madera con respaldo), en una ciudad que NO es cualquiera (Zaracogorza, capital mundial de pedos al aire libre; de madera con respaldo), sin pronunciar palabra; simplemente dejando pasar el tiempo; observando el portal de la casa del calvo borrachuzo.
Aquí he de hacer un inciso para explicar que en ese portal residía una francesita medio punky llamada Veronique, que era conocida por la comunidad como "Guarronique", por razones que obviaré. Estaba un poco ida de la olla la muchacha, como demuestra el hecho de que se depilara las cejas para... pintarse de verde la zona depilada con un pincel.
¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Estaban los tres lilas mirando el portal como las vacas miran al tren pasar y en esto que la puerta se abre y aparece un viejo con una cara de felicidad igualita a la que tiene Nick Savage cuando le regalan una piruleta en el parvulario. El viejo salía a la calle en plena maniobra de subirse la cremallera, o de recomponerse el paquete o vaya usted a saber.
El caso es que hierático y sereno, el calvorota comenta en tono jocoso:
- ¡Vaya! Un viejo subiéndose la cremallera... eso es que la "Guarronique" le ha hecho "un servicio rápido".
Este comentario fue acompañado de risotadas de complicidad bastante cabronas por parte de los otros dos tipos; por supuesto el calvo no hablaba en serio; era una coña.
Pero cuál fue su sorpresa cuando unos segundos después de que saliera el sonriente viejo, la puerta se abría y la "Guarronique" salía girando el bolso-cartera, camino del Instituto o donde fuera a estudiar por las tardes.
¿Se la chuparía al roñoso viejo, o sólo sería una coincidencia la subida de cremallera con la salida de "Guarronique" por el portal? Lo único cierto es que casi 5 años después aún resuenan las carcajadas que los tres hijoputas soltaron en ese banco, en ese parque de Zaracogorza (todo de madera con respaldo).
Moraleja: No importa la realidad, lo que importa es lo cabrón que sea uno a la hora de interpretarla.
Érase una vez que se era un trío (TRES!!!) de purulentos soplapollas que se dedicaban a vaguear por las tardes; uno hacía el paripé con unos cursillos de secretariado, que obviamente no le sirvieron de nada en la vida; otro imbécil era un calvo cuya misión en la vida consistía en pillar las borracheras más bestias y estúpidas que imaginarse pueda y el tercero, que es el que esto suscribe, hacía pirola en el COU nocturno.
Pues bien, una de esas tardes, a eso de las 17:34, este terceto de mamelucos estaba sentado en un banco cualquiera (de madera con respaldo), en un parque cualquiera (de madera con respaldo), en una ciudad que NO es cualquiera (Zaracogorza, capital mundial de pedos al aire libre; de madera con respaldo), sin pronunciar palabra; simplemente dejando pasar el tiempo; observando el portal de la casa del calvo borrachuzo.
Aquí he de hacer un inciso para explicar que en ese portal residía una francesita medio punky llamada Veronique, que era conocida por la comunidad como "Guarronique", por razones que obviaré. Estaba un poco ida de la olla la muchacha, como demuestra el hecho de que se depilara las cejas para... pintarse de verde la zona depilada con un pincel.
¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Estaban los tres lilas mirando el portal como las vacas miran al tren pasar y en esto que la puerta se abre y aparece un viejo con una cara de felicidad igualita a la que tiene Nick Savage cuando le regalan una piruleta en el parvulario. El viejo salía a la calle en plena maniobra de subirse la cremallera, o de recomponerse el paquete o vaya usted a saber.
El caso es que hierático y sereno, el calvorota comenta en tono jocoso:
- ¡Vaya! Un viejo subiéndose la cremallera... eso es que la "Guarronique" le ha hecho "un servicio rápido".
Este comentario fue acompañado de risotadas de complicidad bastante cabronas por parte de los otros dos tipos; por supuesto el calvo no hablaba en serio; era una coña.
Pero cuál fue su sorpresa cuando unos segundos después de que saliera el sonriente viejo, la puerta se abría y la "Guarronique" salía girando el bolso-cartera, camino del Instituto o donde fuera a estudiar por las tardes.
¿Se la chuparía al roñoso viejo, o sólo sería una coincidencia la subida de cremallera con la salida de "Guarronique" por el portal? Lo único cierto es que casi 5 años después aún resuenan las carcajadas que los tres hijoputas soltaron en ese banco, en ese parque de Zaracogorza (todo de madera con respaldo).
Moraleja: No importa la realidad, lo que importa es lo cabrón que sea uno a la hora de interpretarla.
2 comentarios
El Abuelito -
patrick frisch -