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Redemption

La botica del Abuelito

Envidia cochina

Envidia cochina El Alimaña se ha ido de Erasmus a Budapest, capital europea del porno. A estos se dedican nuestros jóvenes universitarios:

Este mail es solo para contaros que el viernes pasado los del piso decidimos hacer fiesta en nuestra casa y que acabaron apareciendo 91 personas, si 91 no me he equivocado con el numero. esto es la sinopsis ahi va la historia:

Viernes por el dia, aparecen arnaud y marco con las mochilas de excursionistas que tienen llenas de milles de cosas entre ellas material para hacer sangria y me dicen: ya puedes empezar con la sangria, dias antes unos amigos espanyoles me dejaron un cubo para hacer la sangria, asi que me pongo a hacer la sangria:

-10 litros de vino malo de cojones
-1 de vodka marca tesco (mencionar que algo es del tesco es decir
barato pero mas malo aun que lo anterior)
-medio litro de zumo de melocoton
-manzanas y pomelos (arnaud penso que eran naranjas)
-azucar hasta que deje de tener ese sabor a alcohol industrial

arnaud hizo algo parecido pero con palinka, bebida hungara fuerte de cojones, tenia una botella de palinka casero y eso mataba a todo alrededor de 1 metro.

hicimos algo de decoracion aunque sinceramente de lo fea que era quedaba kitch, que es lo mismo que decir bizarro de la ostia.

pusimos que la fiesta empezaba a las 8 por que la gente siempre llega tarde, mientras pedro y yo haciendo seleccion musical (love will tear us apart es una muy gran cancion de joy division, mas tarde conocidos como new order). asi que a las 8 estabamos cenando en eso que llaman y aparece el primer invitado: Nimrod, de israel, extremadamente puntual, este hombre no entiende el concepto puedes venir a partir de....

luego empezo a venir gente y gente y gente hasta que fuimos en un momento de la noche 91 personas distribuidas en 2 habitaciones grandes, un balcon la cocina y un pasillo intransitable.

Despues fuimos a una sala de conciertos bareto alternativo muy guapo llamado kultiplex, y dentro estaban poniendo Drum and Bass de la muerte, fue la ostia

detalles de la fiesta: amado, un espanyol acabo bastante bolinga por culpa de los white russians del jukka, jin el coreano tambien acabo bolinga por culpa de mi sangria, la gente preguntaba que conyo era la bebida del arnaud por que estaba buena pero edu viene y me dice que eso es matarratas de cojones.

bueno en fin, fue una fiesta de la ostia, besos y abrazos

Te odiamos, Alimaña.

I. Heracles - Echando un pulso al trueno

¡Menudo héroe de la patata! ¿Sabes que casi me quedo en el paro por su culpa? Héroe... ¡bah! ¡Qué coño sabrá la prensa lo que es un héroe! Por la cara que pones veo que sabes a quién me refiero. Ese mamón musculoso, el niño bonito del alcalde y ciudadano modélico que salió en la portada del Sports Ilustrated pasó por aquí y armó un Belén curioso, ¿no lo sabías? Seguramente sí. Aunque el asunto haya sido vetado en los medios es un secreto a voces, como casi todas las cosas que tienen que ver con este lugar, con el jefe, y con su familia, que a fin de cuentas es la que controla el cotarro en esta maldita ciudad desde sus inmensos despachos en los rascacielos de la zona rica. Reconozco que de todas sus hazañas colarse en la fortaleza que es la residencia es la mayor de todas; aunque como el resto de sus supuestas proezas no tiene nada de heróico, o sea, de altruista.

Como te comentaba antes el jefazo es tremendamente poderoso, lo cual no quiere decir que sea el único pez en esta pecera ni quizá el más gordo; pero si estuviéramos en Sicilia en los años 30 él sería sin duda el Padrino. Y como todo buen jefe mafioso tiene excelentes contactos y una cuenta en Suiza que se nutre de asuntos poco legales. No quiero ponerme a hablar demasiado del gran jefe por el momento, para que no pierdas el hilo; pero es preciso que sepas cómo se las gasta su familia.
Él es el tercero de varios hermanos, todos hijos de un anciano y poderoso magnate. El viejo cerdo se aferraba al poder como un ave de presa al cuello de una liebre, y aunque se encontrase tan bien de salud que parecía que por él nunca pasara el tiempo no tenía ni la más mínima intención de que mi jefe y sus hermanos llegasen a heredar algún día. Tenía tanto miedo a perder todo su imperio que, en fin... digamos que pensó que podía haber algo mejor que ser enterrado con todo su dinero: Enterrarlos a ellos en una tumba bajo una lápida sin nombre. Mano dura, como un buen patriarca a la antigua. E hizo bien porque de tal palo tal astilla, ya sabes como es eso; los hijos salieron tan sedientos de poder y tan cabrones como el padre. Así que en cuanto vió que los tiernos querubines podrían ser un peligro para su reinado los engulló en su imperio financiero, cada uno a un sector y un trabajo que no les permitieran alcanzar el estatus ni el poder suficiente para derrocarle. Y estuvo a punto de salirle bien la jugada si su mujer no le hubiera traicionado, si es que se puede llamar traición velar por el bien de tus hijos, claro. El más joven de ellos es el que más alto apuntaba de todos y se le había destinado a un curro de mierda, de estos de andamio y maquinaria pesada en el que se te puede caer una grúa en la chepa. Sin embargo el viejo no tuvo esa suerte ya que su señora mandó en secreto al benjamín al extranjero aprovechando un despistado exceso de confianza de su marido, y a estudiar derecho nada menos. Puedes imaginarte cómo acabó el resto; el pequeño cerdo volvió licenciado y con corbata, sacó a sus hermanos de los grises puestos que ocupaban en la telaraña empresarial de su padre y se unieron para declararle inútil. ¡Y vaya si lo consiguieron!Le cortaron los huevos bien cortados al muy puto. Aunque para quedar bien con la opinión pública en vez de lanzarlo al arroyo le pusieron al cargo del gobierno de unas islas privadas en el trópico o por ahí, algo parecido a esta residencia pero en plan lujoso, con tías macizas y Cordon Bleau gran reserva; de uso y abuso exclusivo de la familia y sus más voraces defensores y lameculos. Ni que decir tiene que un lugar tan sospechosamente opulento se rige bajo la supervisión de mi jefe. ¿Puedes creer que el cabrón de viejo sigue vivo? Pues lo creas o no así es. En cuanto a los hijos, se repartieron el botín con menos complicaciones de las que se podría pensar. El flamante abogado se quedó como máximo accionista; y además tú le conoces, es nuestro omnipotente alcalde. No te preocupes, en la residencia no tendrás que sufrirle. Los otros dos más beneficiados fueron el mayor de todos los hermanos, que se quedó con el sector naviero y mi jefe, que se quedó con lo mejor y más divertido de todo: los bajos fondos.
Un momento. A ver si puedo encenderme el cigarro, que con la humedad que flota siempre sobre este dichoso río hasta las cerillas de fósforo de toda la vida se quedan inservibles.

Bien. ¿Qué coño tiene que ver la familia del jefe con el héroe aparte de ser parientes aun por línea ilegítima, no? Fácil. Al ser una familia tan numerosa que nadie sabe cuántos son entre hermanos, primos, nueras y demás hay muchos cotilleos de portería, muchas envidias y rencores. Y sobre todo muchísima mala leche. En serio, tío; no paran de putearse constantemente. Si yo te contara las bragas, y hasta calzoncillos, que ha roto el propio alcalde en plena cara de su mujer alucinarías. No, esos calzoncillos no pertenecen al puñetero héroe; también hay incesto en cantidades industriales en la historia de esta familia, pero no me imagino las barbas blancas del alcalde restregándose por los cuadriceps de su propio hijo, aunque este sea bastardo. Lo gracioso de las putadas que se hacen es que a veces surgen como simples apuestas en plan “la mía es más larga”, como es el caso que nos ocupa. Aunque la mayoría de ellas encierran la intención oculta de poner en su sitio al rival para que no tenga pretensiones de romper el equilibrio de poder.
El hijo predilecto del alcalde y por extensión de toda la ciudad no podía romper ese equilibrio siendo como era el cachondeo de la familia, porque cumple de pleno el cliché de los cachas hipertrofiados. En efecto, amigo; es tonto hasta decir basta. Y es por esa estupidez crónica por la cual no había manera de que encajase como alto cargo dentro del sistema ni por enchufe, de modo que el alcalde se mosqueó ante tanto cachondeo, sobre todo con mi jefe, que aunque jamás se le vea sonreír te garantizo que por dentro no para de partirse el culo de todo lo divino y lo humano. Ya has oído al alcalde en la tele cuando se enfada, suena como si se abrieran los cielos y rugiera un siroco apocalíptico. No viene mal dar una pequeña lección de vez en cuando; y por si las dos lecciones en una del alcalde son electrizantes, tres pueden dejarte hecho mierda; verás...

Era un día frío y sin viento, como todos los días por estos lares ¿O era de noche? Es igual. Desde el mismo punto en que cruzas la barrera de seguridad y coges el desvío a Los Muelles desaparece la luz del sol entre la bruma; es como si le diera a este lugar un matiz premonitorio, ¿no crees? El caso es que paseaba yo por la orilla del río, echándome un pitillo antes de comenzar la dura jornada laboral, pensando en cuántos clientes estarían esperando su turno, si habría alguna tía maciza o si de camino al trabajo me toparía, como suele ocurrir a menudo, con alguno de esos indolentes soplapollas que se quedan de pie mirando el río como una vaca al paso del tren o vagando por los eriales de la entrada. Te conté que había gente que no podía pagar el viaje, ¿no? Pues aunque sea relativamente barato hay quienes no tienen la pasta; también están los que sí pueden y su paso es vetado por los que mandan, o no se atreven a dar el paso, o lo que sea; hay gente para todo. Ellos son en general los que echan raíces entre los guijarros de la orilla. Su problema es que Los Muelles ya es territorio comanche, alto secreto, nene; y no podemos permitir que quien llega hasta aquí salga tan tranquilo, demasiados se han escapado ya como para hacer que el gran jefe se mosquee, y filtre al mundo exterior lo que se cuece en esta olla así que no tienen más huevos que quedarse. El jefe es paradójicamente caritativo al respecto y les permite la estancia en las lonjas anexas a Los Muelles. No es que intente hacerse el buen samaritano; pero le divierte tener a una masa ingente de personas apiñadas en la orilla lloriqueando. ¡No te escandalices! Te dije que era un maldito cabrón.
Sin embargo ese día, en mi paseíto de rutina, no me encontré con ninguno de esos ceporros sino con el Pastor; es el barman de Los Muelles y le llamamos así porque se encarga de mantener en reclusión al “rebaño” del jefe. No le busques un sentido religioso. Hasta yo mismo formo parte del ganado, aunque con mis privilegios, faltaría más.

- ¡Eh, viejo!- me dijó,- ¿Has visto algún cliente sospechoso?
- Pues la verdad es que no he visto a nadie, ¿por qué?- le contesté.

En ese instante supe que algo grave pasaba; el Pastor no deja sola la barra de Los Muelles así como así. Se colocó a mi izquierda y sacó tabaco. Mientras yo rebuscaba en mi gabardina la caja de cerillas él me explicó el problema.

- ¿Recuerdas a un par de tipos que llevaste a la otra orilla e iban escoltados por la guardia de korps del jefe?
- Por supuesto;- le respondí,- para mí todos los clientes son iguales, pero es tan poco habitual que vengan bajo la tutela de alguien de dentro que es imposible no acordarse de ellos.
- Pues escucha esto.- dijo mientras le encendía el cigarro ,- Parece ser que esos tíos son los futuros yernos del alcalde; unos nobles venidos a menos que quieren acercarse al acogedor fuego del poder.
- ¿Qué tiene eso de especial?- le repliqué mirando en derredor por si había oídos indiscretos,- El alcalde no tiene ninguna autoridad aquí y lo sabes. Además, ni que fueran los primeros capullos de las altas esferas que pasan por aquí.
- Sí, pero estos son diferentes.- me dijo bajando la voz hasta quedar en un susurro,- el jefe les ha traído a la fuerza.

Lógicamente yo me quedé estupefacto. Hasta aquí hay una serie de leyes no escritas y el jefe se las estaba pasando por el forro de los cojones por algún siniestro motivo; seguramente un golpe de mano en el juego de poder.

- Tú mantén los ojos abiertos,- me dijo acelerando el paso en dirección a las luces de neón de Los Muelles,- se rumorea que el alcalde ha montado en cólera y ha mandado espías con intención de montar un cirio del carajo con antidisturbios, gases lacrimógenos y el copón.
- ¡Hum! Es posible, pero un asalto de ese tipo abriría una guerra larga y sangrienta.- contesté,- De todos modos ocúpate de lo tuyo; ya daré parte si llega sonido de sirenas desde el desierto.
- De acuerdo.

Y se fue apretando el paso. Todo era muy raro; el jefe si bien es cierto que solía juguetear con asuntos que no le competen, nunca se había atrevido a tanta audacia. Además con el rival de mayor peligrosisad potencial. El tema parecía demasiado político y de final incierto como para romperse demasiado la cabeza pensando; de todos modos poco podríamos hacer desde esta orilla el Pastor y yo, que somos los únicos fijos de la empresa a este lado del río; en el otro tienen potencia y personal más que suficientes para aguantar un asedio.
Apuré mi cigarillo y lo tiré al suelo pensando “bah, si nos entran con tanquetas que nos aplasten rápido y punto”, y me vine directo a la lancha silbando. Iba yo sacando la llave de contacto cuando oí unos ruidos extraños como si estuvieran revolviendo los departamentos de cubierta y una voz juvenil pero potente que maldecía y juraba en hebreo sin pudor alguno a ser descubierto. Me acerqué con curiosidad imaginando que sería alguno de esos tarados de los que te he hablado antes con pretensiones de navegar hasta la residencia robándome la barca; cosa por otra parte imposible, ya que soy el único de fuera que conoce la dirección entre la niebla.
De vez en cuando hay algún idiota que intenta pasar a nado sin saber que este río desemboca en una laguna de camino a la residencia y que el agua está helada. Nadie lo ha conseguido nunca. No tenía muchas ganas de aguantar a imbéciles y desde luego ningún supuesto espía del alcalde sería tan tonto como para montar ese jaleo dentro del único medio de transporte que llega hasta la residencia, así que me subí a la lancha y me aproximé con sigilo; el tipo estaba agachado trasteando con una lona que tengo bajo uno de los asientos del pasaje, precisamente el mismo donde estás ahora sentado, y mascullaba entre dientes. Tenía pensado darle un susto de muerte, pero aún a oscuras ví que tenía una espalda gigantesca y preferí ser ligéramente más sutil. raspé una cerilla para encenderme un filtro y elevó ligeramente la cabeza.

- ¿Qué cojones se supone que haces en mi barca, oh, idiota?,- le dije.

El menda se pegó un buen susto y casi se cae redondo sobre la lona pero después se quedó inmóvil, como si estuviera frito o mejor: pensando.

- Oye, ¿me vas a decir que coño haces tú aquí de una puta vez o no?
- Yo... yo sólo estaba buscando los remos.- me contesta el tío.
- ¿Remos? Pero si esto es una lancha motora, subnormal.- le solté yo cabreado al ver que, en efecto, existía alguien tan exageradamente cretino que me hiciera sorprenderme de ello.- Muy bien, como veo que no sabes lo que haces te dejaré que salgas de MI barca sin partirte la cara. ¡Ahora largo!

Entonces el tío se dio la vuelta de golpe aprovechando que ya estaba en el suelo para no perder el equilibrio y caer al agua. Lo primero que distinguí fue su cara; le reconocí al instante. Así es, al fin aparece nuestro esperado héroe de los huevos. Lo segundo que ví llegó parejo con sus siguientes palabras. En sus manos, como una estrella lejana, brillaba el destello metálico del cañón de una pistola.

-Vale, colega;, tira el cigarro y ponte al volante o como se llame con lo que se maneja esto. Vas a llevarme al otro lado.

¡Al ataque, que vienen los apaches!

¡Al ataque, que vienen los apaches! Ya no hacen películas como las que hacían antes. Me refiero concretamente a películas de desmadre y orgía apocalíptica juvenil. Al acabarse la década de los 80 se acabaron ese tipo de películas y han bombardeado nuestras salas con cutreces sobre fumetas de instituto que babean ante la primera mierdecilla que les enseña el escote y cuyo máximo temor en la vida es que le rocen el coche.

Esas películas son como los Teleñecos en el país de los osos amorosos comparadas con perlas como "Despedida de soltero", cuando Tom Hanks aún hacía comedias de desparrame; esa pedazo de orgía brutal de gamberros treintañeros que montan una fiesta con número de zoofilia incluído y que se libran a base de cabronería de las trampas del malo ario de turno.
Tampoco surgen cosas refrescantes como los Blues Brothers, que no eran especialmente gamberros y siempre tenían cara de palo, pero esa película hasta se baila.
Y ya si nos ponemos a la altura de las películas de instituto o universitarias sólo nos queda tragarnos las deventuras de un puñado de marginales que quieren ir a ver un concierto y echar un casquete con una groupie. No es que sean empollones, ni frikis ni nada especialmente raro... sencillamente son unos pringados, generalmente interpretados por tipos de más de 30 tacos. Sin emnbargo antes aparecían obras maestras del desparrame como "Desmadre a la americana", en la que los protas eran de universidad pija y jugaban al golf, pero eso no les impedía ser más cabrones que nadie, montar fiestas-toga o beberse una botella de Jack Daniel´s de trago, como hizo John Belushi, el proto-juerguista en la sombra que se esconde tras la mayoría de estas cintas. O la "Revancha de los novatos", que iba de empollones que se rebelaban contra los capullos deportistas a ritmo de los Rezillos.

Y si finalmente escapamos del cliché juvenil tenemos la eternamente divertida "Aterriza como puedas". Hasta el propio Spielberg dirigió su película de desparrame: "1.941". Película coral ambientada en el Hollywood post ataque a Pearl Harbor, con (de nuevo) John Belushi haciendo de piloto de un caza giradísimo, como un rebaño de cabaras, oiga; que aterriza en una gasolinera en pleno desierto para llenar el tanque de diesel y que abre las botellas de cerveza estrellando el cuello contra la carlinga. Aquí no hay juerga en sí, pero el cachondeo desquiciado y paranoide con el que se tratan a civiles, soldades, oficiales, y hasta a los malos de la peli es impagable.

Sí, definitivamente ya no se rocanrolea como antes.

¡El Abuelito consigue curro!

¡El Abuelito consigue curro! Sí, amiguitos, vuestro ídolo y modelo de comportamiento social (servidor) tras rechazar una ristra de trabajos mierdosos y cuando todo apuntaba a que iba a pasarse el verano jugando con truco al Age of Empires II, ha conseguido curro de administrativo hasta el 10 de Octubre; con lo que además perderé varias clases y enlazaré con las fiestas del Pilar. ¿No es bello vivir?.

Comenzaré el martes que viene y mientras tanto pienso pasar los días que me quedan bebiendo, fumando, bebiendo, masturbándome, bebiendo y durmiendo como un marrano en una pocilga; eso sí, sin ánimo autodestructivo que el viernes que viene es el aniversario del flechazo con mi media langosta y me voy a ir a verla contra viento y marea para celebrarlo como la ocasión merece.

Y mañana o pasado pienso colgar una nueva historieta presentando a un nuevo personaje; y como me ha gustado eso de escribir con estilos distintos (narración, guiones, en plan teatro, etc.) me he planteado una nueva forma, A ver qué tal sale.

¡A beber pastores!

La juventud apesta

La juventud apesta Pasemos a contestar el mail de nuestro buen amigo y lector Astolfo Carrascosa, de 18 tacos, que nos escribe desde Cheste, Valencia.

Querido Abuelito:

Tengo un problema, verás. No me siento en absoluto identificado con la gente de mi edad, así que me paso el día con el internet y explorando mi cuerpo. ¿Qué debo hacer?

Vamos a ver Astolfito; no es de extrañar que con un nombre del siglo VII te encuentres incómodo con la gentuza que rula en aquesta centuria. Por otra parte, es normal que no tengas ni putísima gana de salir por ahí, más aún viviendo en una provincia caracterizada por poblar los programas de sucesos; ¡no hacéis más que mataros a navajazos unos a otros, cacho mamón! Pero me parece bien, unas bocas menos que alimentar. Y os habéis quedado sin el agua del Ebro (¡jo, jo, jo!).
Pero centrémonos en el tema: ¡Pasa de la puta juventud! La inmensa mayoría de la gente de tu edad son todos unos retrasados nacidos bajo la sombra de los Power Rangers que no hace más que drogarse y emborracharse como la adolescente de la foto. ¿Para que hincharse a pastillas, cortarse el pelo a lo buho y gastarse cinco sueldos en el seguro de una moto trucada de mierda cuando puedes estar en tu caverna rascándote las pelotillas y soñando con que algún día; oh, algún día podrás salir de tu pueblo y trabajar como gigolo en el Soho neoyorquino? Como dudo de que tus sueños puedan hacerse realidad te recomendaría que entrases en una espiral de drogas y asesinatos para acabar de una vez por todas con tu patética existencia. Eso o afiliarte al PP.

Y ya sabéis amiguitos, no importa vuestra procedencia, raza, género, estatus, clase, casta, edad, o color de excrementos; el Abuelito siempre está dispuesto a vomitar toda la basura que tiene en el craneo por vosotros. No, lógico.