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Redemption

¡Al ataque, que vienen los apaches!

¡Al ataque, que vienen los apaches! Ya no hacen películas como las que hacían antes. Me refiero concretamente a películas de desmadre y orgía apocalíptica juvenil. Al acabarse la década de los 80 se acabaron ese tipo de películas y han bombardeado nuestras salas con cutreces sobre fumetas de instituto que babean ante la primera mierdecilla que les enseña el escote y cuyo máximo temor en la vida es que le rocen el coche.

Esas películas son como los Teleñecos en el país de los osos amorosos comparadas con perlas como "Despedida de soltero", cuando Tom Hanks aún hacía comedias de desparrame; esa pedazo de orgía brutal de gamberros treintañeros que montan una fiesta con número de zoofilia incluído y que se libran a base de cabronería de las trampas del malo ario de turno.
Tampoco surgen cosas refrescantes como los Blues Brothers, que no eran especialmente gamberros y siempre tenían cara de palo, pero esa película hasta se baila.
Y ya si nos ponemos a la altura de las películas de instituto o universitarias sólo nos queda tragarnos las deventuras de un puñado de marginales que quieren ir a ver un concierto y echar un casquete con una groupie. No es que sean empollones, ni frikis ni nada especialmente raro... sencillamente son unos pringados, generalmente interpretados por tipos de más de 30 tacos. Sin emnbargo antes aparecían obras maestras del desparrame como "Desmadre a la americana", en la que los protas eran de universidad pija y jugaban al golf, pero eso no les impedía ser más cabrones que nadie, montar fiestas-toga o beberse una botella de Jack Daniel´s de trago, como hizo John Belushi, el proto-juerguista en la sombra que se esconde tras la mayoría de estas cintas. O la "Revancha de los novatos", que iba de empollones que se rebelaban contra los capullos deportistas a ritmo de los Rezillos.

Y si finalmente escapamos del cliché juvenil tenemos la eternamente divertida "Aterriza como puedas". Hasta el propio Spielberg dirigió su película de desparrame: "1.941". Película coral ambientada en el Hollywood post ataque a Pearl Harbor, con (de nuevo) John Belushi haciendo de piloto de un caza giradísimo, como un rebaño de cabaras, oiga; que aterriza en una gasolinera en pleno desierto para llenar el tanque de diesel y que abre las botellas de cerveza estrellando el cuello contra la carlinga. Aquí no hay juerga en sí, pero el cachondeo desquiciado y paranoide con el que se tratan a civiles, soldades, oficiales, y hasta a los malos de la peli es impagable.

Sí, definitivamente ya no se rocanrolea como antes.

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