LOS MUELLES DE CARONTE; Prólogo: Caronte - La desfloración del demiurgo
"¿Dónde estoy?". Tiene que sonarte. Es una frase que has oído en cientos de películas y leído en multitud de libros; incluso es posible que tú mismo hayas interrogado al vacío con esa pregunta alguna vez. ¿Y cuáles son las circunstancias que envuelven tan familiar cuestión? La desorientación. Así de sencillo; un tipo pierde el conocimiento al darse un golpe en la cabeza y al recobrar el sentido lo primero que pregunta instintívamente es dónde está; y eso implica enfrentarse a una localización, un punto concreto en el tiempo y muy especialmente un entorno que podrían ser hostiles. Incluso los animales al despertar tras ser sedados miran nerviosos a su alrededor y corren a refugiarse en el primer lugar que les resulta medianamente familiar, y una vez que están allí se giran y observan con severidad, entornando los ojos. Han pasado por una situación en absoluto agradable y estudiarán el punto en el que salieron del letargo para que, sea lo que sea lo que haya pasado, no se vuelva a repetir. Quizás los hombres, con el tiempo, acaben riéndose de esa pérdida de la orientación y la conviertan en una anécdota para contar a los amigos; ya sabes: "No sabía dónde estaba, incluso creí que la había palmado, tronco; sí, sí, como lo oyes; allí sangrando como un cerdo entre los hierros retorcidos de mi 200 caballos. Hasta oía a los angelitos tocando el arpa. Graciosísimo, chaval. Pasé las de Caín.", pero las alimañas no le ven nada de gracioso. Y aunque el sentido del humor no sea algo que abunde en los animales está demostrado que lo de salir corriendo hasta un lugar seguro y observar agazapados en la distancia es algo que suelen hacer... no sé, justo antes de un terremoto, o cuando un depredador al que le ha abandonado el desodorante anda cerca, o cuando ven que la luna está alta pero se ha hecho de día en el bosque y los árboles emiten destellos cobrizos que pintan el aire de negro. Es una opinión muy personal, por supuesto; pero creo que si su reacción es similar es porque intuyen, o saben mejor dicho, que si el ser tragado por la tierra no es nada divertido, estar envuelto en llamas menos aún, y hecho pulpa en el vientre de un tigre más de lo mismo... lo que hay al otro lado cuando te abandona la consciencia es cualquier cosa menos gracioso. Sí. Yo creo que saben que dónde están es lo más importante; que estar aquí es bueno y estar en el otro lado no. Desde luego los hombres son más inteligentes, pero también se preguntan "¿dónde estoy?". Esa pregunta es siempre la primera. Luego, si se tercia, aparecen los no menos clásicos "quién soy, qué ha pasado, cuánto tiempo he estado así", etcétera. Pero la primera pregunta siempre es la misma. La gente que viene aquí sin embargo no se hace esa pregunta y no por ello está menos desorientada. Pero esa desorientación es diferente, ¿verdad, compadre? ¡Vamos, no bajes la mirada! No te creas tan especial. Tú eres uno de tantos que han pasado por aquí. Por eso nunca preguntamos el nombre de nuestros clientes; tampoco nos importa. Aquí no hay nombres ni caras, no hay raza ni credo, no hay... perdona, voy a encenderme un cigarro.
Como decía, no hay edad ni sexo. Aquí cada cual es una historia y cada historia una anécdota. Así de simple y así de complejo a la vez. Cada historia es única en sí misma y paradójicamente tiene un tinte universal: esa curiosa desorientación. Porque, como tú mismo podrás afirmar, aquí lo primero que se sabe es precisamente dónde estás, el cuándo y el cómo, incluso el porqué aunque no lo entiendas, y lo más importante: no hay marcha atrás, jamás recuperarás aquello que hayas perdido. Es precisamente esa percepción de pérdida inexorable lo que os entristece; debes estar muy seguro de dar el paso que has tomado. Nadie puede llegar ni a Los Muelles si antes no ha dejado todo atrás, hasta la esperanza, que es lo último que se pierde, como se suele decir popularmente. Mejor dicho, sobre todo la esperanza; y aunque no forme parte de mí trabajo sí suelo encargarme de dar un empujoncito a la clientela en ese aspecto. Del resto se encargan los tipos que te trajeron, los matones del jefe, esos dos hijos de la gran puta vestidos de Armani que lucen esa sonrisa de tiburón. Tienes suerte, no volverás a verlos; pero divago... Lo que no sabes, decía, son otras cosas; como por ejemplo qué lugar decidirán los mandamases de la residencia que es adecuado para tí, si encontrarás algún conocido o si podrás aliviar el peso de tu sufrimiento. Pero eso lo descubrirás cuando lleguemos; me temo que yo no puedo satisfacer tus dudas. Eso sí, y no comentes ahí dentro lo que te voy a decir, ¿de acuerdo?
Nunca he estado en la residencia; pero entre que ha habido alguna que otra fuga y por lo que he oído de las altas esferas de dentro... lo mismo puede resultar un campo de flores que un campo de concentración dependiendo del cliente; trato personalizado y todo eso. Los pocos que han salido han acabado volviendo, su estancia dentro les transforma y tienen una visión de la realidad que hace que el mundo de ahí fuera o se les quede muy grande o muy pequeño; muchos grandes pensadores y religiosos han llegado hasta aquí y han hallado "la verdad"; se dice que tiene una luz tan brillante que acaba cegando a quien creía estar más cerca de ella y al ver que todo su pensamiento iba desencaminado lloran y se retuercen como si hubieran sido desvirgados por una manada de rinocerontes por turnos. Si eres uno de esos, ya sabes lo que puede tocarte, pero... ¡nah! No creo; tienes pinta de capullo, perdona que te diga; de buenazo y tal, me refiero. Así que quizá te toque un buen sitio dentro de la residencia; aunque nunca se sabe. Ahí dentro lo saben todo de ti, y si por muy pardillo que hayas sido en tu vida tienes un punto negro en tu currículum... lo sacarán a la luz y podrán joderte bien jodido. Y si pueden joderte, no dudes de que será lo primero que hagan.
Aún con todo el misterio y el acojone lo que sí puedo garantizarte es que va a ser toda una aventura, que jamás saldrás de ahí y que lo que casi todos buscáis, el olvido, se puede obtener dentro. Ese es el trato y se cumple, puedo jurártelo; no hay firmas compulsadas ni letra pequeña, factura ni recibo, ni tan siquiera un apretón de manos. Desde el momento en que llegáis aquí ya no hay marcha atrás. Y nadie viene engañado aún sin saber lo que te pueda esperar dentro; que lo llamemos "residencia" no quiere decir que lo sea. Y aunque la estancia sea gratuíta tienes que tener claro lo que este lugar no es: No es ninguna secta, campo de exterminio, balneario, cárcel, Disneylandia, plantación sudista, macrodiscoteca, manicomio ni un puto centro de beneficencia. Sobre todo no es esto último; tú mismo habrás visto en Los Muelles a un buen montón de harapientos apalancados en la barra tapándose la cara con las manos. No se pueden permitir costearse mi comisión en este negocio. ¡Je, je! En realidad soy el único que cobra en metálico en todo este entramado subterráneo; con ligeras excepciones claro. ¡No me mires con esa cara! Ya sabes a lo que me refiero; uno puede hacer la vista gorda y olvidarse de picar el billete en este peculiar viaje al País de Nunca Jamás si se tiene un largo par de piernas bien torneadas delante, ¿no crees? Aunque bueno, tú has tenido que pagar tu cuota, quizás no sea justo pero es lo que hay. Ya sé que no soy precisamente un humanista, pero tampoco soy de piedra. ¿Y qué saca el gran jefazo, te preguntas? Lo bueno que tiene ser el dueño de todo lo que vas a ver cuando lleguemos a la residencia es que el dinero es lo de menos. Ya lo decía Orwell: "a los poderosos se la suda el dinero, pero el poder en sí se la pone dura". Bueno... no decía eso exactamente, pero tú ya me entiendes. Considérate una pieza de su tablero de ajedrez porque así será, aunque no notes su influencia ni le veas jamás ni él mismo sepa nunca de tu existencia. Para él sois todos una diversión y delega la maquinaria de ese entretenimiento en sus gerentes.
Suena mal, ¿eh? Yo soy bastante cabrito, pero el jefe es un cabronazo sin escrúpulos; y perdona que me ponga serio. Y de paso me enciendo otro pitillo.
Él... bueno, es una historia larga y triste, pero el viaje también y supongo que no tienes nada mejor que hacer, así que acomódate como puedas. Quizá hasta te entretenga aunque pueda parecer arquetípica. Te resultará familiar: entre otras cosas hay una mujer, tristeza, y un final... bueno, digamos que tiene un final. Pero antes de llegar al meollo de la trama deberías saber cómo son las cosas por aquí y en qué entorno me muevo para que tengas una visión más completa de lo que sucedió; y para eso no hay nada mejor que empezar por el principio. Y en este principio hay un héroe. Como lo oyes, tío; un puto héroe de mierda.
Como decía, no hay edad ni sexo. Aquí cada cual es una historia y cada historia una anécdota. Así de simple y así de complejo a la vez. Cada historia es única en sí misma y paradójicamente tiene un tinte universal: esa curiosa desorientación. Porque, como tú mismo podrás afirmar, aquí lo primero que se sabe es precisamente dónde estás, el cuándo y el cómo, incluso el porqué aunque no lo entiendas, y lo más importante: no hay marcha atrás, jamás recuperarás aquello que hayas perdido. Es precisamente esa percepción de pérdida inexorable lo que os entristece; debes estar muy seguro de dar el paso que has tomado. Nadie puede llegar ni a Los Muelles si antes no ha dejado todo atrás, hasta la esperanza, que es lo último que se pierde, como se suele decir popularmente. Mejor dicho, sobre todo la esperanza; y aunque no forme parte de mí trabajo sí suelo encargarme de dar un empujoncito a la clientela en ese aspecto. Del resto se encargan los tipos que te trajeron, los matones del jefe, esos dos hijos de la gran puta vestidos de Armani que lucen esa sonrisa de tiburón. Tienes suerte, no volverás a verlos; pero divago... Lo que no sabes, decía, son otras cosas; como por ejemplo qué lugar decidirán los mandamases de la residencia que es adecuado para tí, si encontrarás algún conocido o si podrás aliviar el peso de tu sufrimiento. Pero eso lo descubrirás cuando lleguemos; me temo que yo no puedo satisfacer tus dudas. Eso sí, y no comentes ahí dentro lo que te voy a decir, ¿de acuerdo?
Nunca he estado en la residencia; pero entre que ha habido alguna que otra fuga y por lo que he oído de las altas esferas de dentro... lo mismo puede resultar un campo de flores que un campo de concentración dependiendo del cliente; trato personalizado y todo eso. Los pocos que han salido han acabado volviendo, su estancia dentro les transforma y tienen una visión de la realidad que hace que el mundo de ahí fuera o se les quede muy grande o muy pequeño; muchos grandes pensadores y religiosos han llegado hasta aquí y han hallado "la verdad"; se dice que tiene una luz tan brillante que acaba cegando a quien creía estar más cerca de ella y al ver que todo su pensamiento iba desencaminado lloran y se retuercen como si hubieran sido desvirgados por una manada de rinocerontes por turnos. Si eres uno de esos, ya sabes lo que puede tocarte, pero... ¡nah! No creo; tienes pinta de capullo, perdona que te diga; de buenazo y tal, me refiero. Así que quizá te toque un buen sitio dentro de la residencia; aunque nunca se sabe. Ahí dentro lo saben todo de ti, y si por muy pardillo que hayas sido en tu vida tienes un punto negro en tu currículum... lo sacarán a la luz y podrán joderte bien jodido. Y si pueden joderte, no dudes de que será lo primero que hagan.
Aún con todo el misterio y el acojone lo que sí puedo garantizarte es que va a ser toda una aventura, que jamás saldrás de ahí y que lo que casi todos buscáis, el olvido, se puede obtener dentro. Ese es el trato y se cumple, puedo jurártelo; no hay firmas compulsadas ni letra pequeña, factura ni recibo, ni tan siquiera un apretón de manos. Desde el momento en que llegáis aquí ya no hay marcha atrás. Y nadie viene engañado aún sin saber lo que te pueda esperar dentro; que lo llamemos "residencia" no quiere decir que lo sea. Y aunque la estancia sea gratuíta tienes que tener claro lo que este lugar no es: No es ninguna secta, campo de exterminio, balneario, cárcel, Disneylandia, plantación sudista, macrodiscoteca, manicomio ni un puto centro de beneficencia. Sobre todo no es esto último; tú mismo habrás visto en Los Muelles a un buen montón de harapientos apalancados en la barra tapándose la cara con las manos. No se pueden permitir costearse mi comisión en este negocio. ¡Je, je! En realidad soy el único que cobra en metálico en todo este entramado subterráneo; con ligeras excepciones claro. ¡No me mires con esa cara! Ya sabes a lo que me refiero; uno puede hacer la vista gorda y olvidarse de picar el billete en este peculiar viaje al País de Nunca Jamás si se tiene un largo par de piernas bien torneadas delante, ¿no crees? Aunque bueno, tú has tenido que pagar tu cuota, quizás no sea justo pero es lo que hay. Ya sé que no soy precisamente un humanista, pero tampoco soy de piedra. ¿Y qué saca el gran jefazo, te preguntas? Lo bueno que tiene ser el dueño de todo lo que vas a ver cuando lleguemos a la residencia es que el dinero es lo de menos. Ya lo decía Orwell: "a los poderosos se la suda el dinero, pero el poder en sí se la pone dura". Bueno... no decía eso exactamente, pero tú ya me entiendes. Considérate una pieza de su tablero de ajedrez porque así será, aunque no notes su influencia ni le veas jamás ni él mismo sepa nunca de tu existencia. Para él sois todos una diversión y delega la maquinaria de ese entretenimiento en sus gerentes.
Suena mal, ¿eh? Yo soy bastante cabrito, pero el jefe es un cabronazo sin escrúpulos; y perdona que me ponga serio. Y de paso me enciendo otro pitillo.
Él... bueno, es una historia larga y triste, pero el viaje también y supongo que no tienes nada mejor que hacer, así que acomódate como puedas. Quizá hasta te entretenga aunque pueda parecer arquetípica. Te resultará familiar: entre otras cosas hay una mujer, tristeza, y un final... bueno, digamos que tiene un final. Pero antes de llegar al meollo de la trama deberías saber cómo son las cosas por aquí y en qué entorno me muevo para que tengas una visión más completa de lo que sucedió; y para eso no hay nada mejor que empezar por el principio. Y en este principio hay un héroe. Como lo oyes, tío; un puto héroe de mierda.
3 comentarios
El Bardo -
Gracias.
Alex -
Salvo las palabras q no entiendo está muy bien. :D
Podría ser un poco mas sofisticado sin perdida de consistencia en la narrativa y vendría definitivamente bien y seria excelente!
Así que a seguir escribiendo q t sale, eh? tenes estilo si?
Saluttes !
Chieveremos !
Ghanima -
Más, escribe más!!!
Está muy bien! ya tengo ganas de saber cómo va a continuar!